La Conciencia ¿Es un Estado de la Mente?
La Conciencia, ¿Es un estado de la mente? Todo indica a que nacemos con “un paquete básico” que podemos ir desarrollando a lo largo de la vida. ¿Sabías que es una molécula gaseosa la que consigue que perdamos la conciencia?
Jean-Pierre Changeux , neurobiólogo e investigador fue pionero en demostrar a los filósofos que no sólo la conciencia, sino también el subconsciente, la belleza, la razón o la verdad, se encarnan en materia gris y fluidos humanos. Valores que dependen de circuitos neuronales de los que sabemos poco más que están ahí.
La adquisición de las funciones cerebrales superiores, empezando por nuestra conciencia, arranca así de unos esquemas neuronales innatos heredados con los que nacemos y que luego, se van desarrollando con el crecimiento. Lo mismo sucede con el lenguaje. En el proceso, se pueden producir distorsiones como la que nos convierte en locos peligrosos o en artistas excelsos.
¿La conciencia es innata o la adquirimos al ir creciendo?
Al nacer tenemos ya en nuestro cerebro elementos primarios de lo que será nuestra conciencia que luego vamos completando en el desarrollo.
¿Por qué tenemos conciencia?
Porque hemos llegado a tenerla a través de la evolución. Los chimpancés en cautividad llegan a adquirir trazas de conciencia igual que los delfines, pero sólo son un esquema.
¿Tienen conciencia de sí mismos?
Nadie es consciente de sí mismo sin serlo de algún modo también de los demás. Somos conscientes también de forma colectiva.
¿Cuáles son esas bases?
Las redes neuronales, su actividad bioeléctrica, química y los determinados neurotransmisores que la hacen posible.
Entonces la conciencia tiene una base física: no es sólo un estado de la mente.
Todo estado de la mente tiene una base fisiológica y por supuesto la conciencia también. Y ya tenemos modelos fisiológicos de ella.
¿Y el inconsciente?
También tenemos otro modelo fisiológico de redes neuronales para estudiarlo. La prueba de que la conciencia tiene una base molecular es la anestesia general.
¿Por qué?
Porque es una molécula gaseosa la que consigue que perdamos la conciencia y ese es un descubrimiento reciente y afortunado. Durante siglos, se amputaba sin anestesia.
¿El lenguaje es una capacidad que se hereda o se aprende desde pequeñito?
Nuestro modelo de conciencia es compatible con el de Noam Chomsky, quien considera que el lenguaje es una capacidad en parte heredada. Digamos que tenemos una capacidad innata para hablar; una especie de estructuras, de categorías gramaticales.
Pero si no las usas, no se desarrollan.
Se desarrollan tras nacer y ya en un determinado ámbito lingüístico, el idioma familiar. Como ve, algo parecido a nuestra teoría sobre la adquisición de la conciencia, pero nosotros somos neurobiólogos y buscamos bioquímica, no sólo estructuras mentales.
Por ejemplo.
Sabemos que hay un circuito neuronal con sus neurotransmisores para la escritura y otro diferente para la lectura, porque hemos constatado casos de lesión del circuito neuronal que nos permite la lectura, que, sin embargo, no impiden al paciente ser capaz de seguir escribiendo.
¿Hay un circuito para cada actividad humana?
Toda una rama de la neurociencia intenta identificar circuitos neuronales y relacionarlos con cada una de nuestras actividades mentales. Sabemos también, por ejemplo, que la música tiene los suyos. Y voy a serle muy sincero: es mucho más fácil decir que existen que identificarlos exactamente.
¿Por qué?
Porque son redes complejas e interconectadas: sabemos que las de la música también están relacionadas con las emociones, pero nos falta mucho para poder describir esa relación fisiológica. Hace poco mantuve una polémica sobre la verdad, la belleza y la bondad: lo bello, lo bueno y lo verdadero.
¿También son circuitos?
Todas las funciones cerebrales superiores tienen su bioquímica molecular, por supuesto, pero el debate estaba en elucidar de qué modo se interrelacionan.
¿Conclusiones?
Como todo buen debate, acabó con más preguntas de las que lo iniciaron, pero sigo pensando lo que dije: “Lo bello puede ser falso en un museo de arte, pero no en ciencia”.
¿Y qué es lo feo?
La distorsión de lo bello. Fíjese que la violencia innecesaria también es una distorsión de la conciencia, que, como le dije, siempre tiene una proyección colectiva. En algún momento, esa proyección solidaria se convierte en rechazo, en deshumanización del otro. Y entonces ya se le puede agredir.
Sin violencia no hay supervivencia.
Sin cooperación tampoco. Digamos que la violencia innecesaria, organizada y premeditada en forma de guerra sería otra patología colectiva de esa conciencia. Y no hablo en términos puramente morales o éticos, sino bioquímicos. Hay un momento en que el exceso de violencia es patológico y esa patología sería observable en el cerebro.
Entonces no habría guerras.
La patología está ahí, después haga usted las consideraciones morales o éticas que quiera.
¿No quiere hacer ninguna?
Sólo diría que la gran distorsión de nuestro tiempo es haber puesto la tecnología al servicio de unos pocos y, por tanto, de la desigualdad. El freno a nuestro crecimiento armónico como especie radica en ese error. Y creo que los científicos somos responsables.
Debemos lograr que la ciencia no sea una mera competición para nuestro estímulo intelectual: hay que ponerla al servicio de los que más la necesitan. Lluís Amiguet.
Jean-Pierre Changeux , neurobiólogo e investigador fue pionero en demostrar a los filósofos que no sólo la conciencia, sino también el subconsciente, la belleza, la razón o la verdad, se encarnan en materia gris y fluidos humanos. Valores que dependen de circuitos neuronales de los que sabemos poco más que están ahí.
La adquisición de las funciones cerebrales superiores, empezando por nuestra conciencia, arranca así de unos esquemas neuronales innatos heredados con los que nacemos y que luego, se van desarrollando con el crecimiento. Lo mismo sucede con el lenguaje. En el proceso, se pueden producir distorsiones como la que nos convierte en locos peligrosos o en artistas excelsos.
¿La conciencia es innata o la adquirimos al ir creciendo?
Al nacer tenemos ya en nuestro cerebro elementos primarios de lo que será nuestra conciencia que luego vamos completando en el desarrollo.
¿Por qué tenemos conciencia?
Porque hemos llegado a tenerla a través de la evolución. Los chimpancés en cautividad llegan a adquirir trazas de conciencia igual que los delfines, pero sólo son un esquema.
¿Tienen conciencia de sí mismos?
Nadie es consciente de sí mismo sin serlo de algún modo también de los demás. Somos conscientes también de forma colectiva.
¿Qué es la conciencia?
La verdad es que no lo sabemos todavía, pero ya tenemos algunas bases para estudiarla de forma material, científica.¿Cuáles son esas bases?
Las redes neuronales, su actividad bioeléctrica, química y los determinados neurotransmisores que la hacen posible.
Entonces la conciencia tiene una base física: no es sólo un estado de la mente.
Todo estado de la mente tiene una base fisiológica y por supuesto la conciencia también. Y ya tenemos modelos fisiológicos de ella.
¿Y el inconsciente?
También tenemos otro modelo fisiológico de redes neuronales para estudiarlo. La prueba de que la conciencia tiene una base molecular es la anestesia general.
¿Por qué?
Porque es una molécula gaseosa la que consigue que perdamos la conciencia y ese es un descubrimiento reciente y afortunado. Durante siglos, se amputaba sin anestesia.
¿El lenguaje es una capacidad que se hereda o se aprende desde pequeñito?
Nuestro modelo de conciencia es compatible con el de Noam Chomsky, quien considera que el lenguaje es una capacidad en parte heredada. Digamos que tenemos una capacidad innata para hablar; una especie de estructuras, de categorías gramaticales.
Pero si no las usas, no se desarrollan.
Se desarrollan tras nacer y ya en un determinado ámbito lingüístico, el idioma familiar. Como ve, algo parecido a nuestra teoría sobre la adquisición de la conciencia, pero nosotros somos neurobiólogos y buscamos bioquímica, no sólo estructuras mentales.
Por ejemplo.
Sabemos que hay un circuito neuronal con sus neurotransmisores para la escritura y otro diferente para la lectura, porque hemos constatado casos de lesión del circuito neuronal que nos permite la lectura, que, sin embargo, no impiden al paciente ser capaz de seguir escribiendo.
¿Hay un circuito para cada actividad humana?
Toda una rama de la neurociencia intenta identificar circuitos neuronales y relacionarlos con cada una de nuestras actividades mentales. Sabemos también, por ejemplo, que la música tiene los suyos. Y voy a serle muy sincero: es mucho más fácil decir que existen que identificarlos exactamente.
¿Por qué?
Porque son redes complejas e interconectadas: sabemos que las de la música también están relacionadas con las emociones, pero nos falta mucho para poder describir esa relación fisiológica. Hace poco mantuve una polémica sobre la verdad, la belleza y la bondad: lo bello, lo bueno y lo verdadero.
¿También son circuitos?
Todas las funciones cerebrales superiores tienen su bioquímica molecular, por supuesto, pero el debate estaba en elucidar de qué modo se interrelacionan.
¿Conclusiones?
Como todo buen debate, acabó con más preguntas de las que lo iniciaron, pero sigo pensando lo que dije: “Lo bello puede ser falso en un museo de arte, pero no en ciencia”.
¿Y qué es lo feo?
La distorsión de lo bello. Fíjese que la violencia innecesaria también es una distorsión de la conciencia, que, como le dije, siempre tiene una proyección colectiva. En algún momento, esa proyección solidaria se convierte en rechazo, en deshumanización del otro. Y entonces ya se le puede agredir.
Sin violencia no hay supervivencia.
Sin cooperación tampoco. Digamos que la violencia innecesaria, organizada y premeditada en forma de guerra sería otra patología colectiva de esa conciencia. Y no hablo en términos puramente morales o éticos, sino bioquímicos. Hay un momento en que el exceso de violencia es patológico y esa patología sería observable en el cerebro.
Entonces no habría guerras.
La patología está ahí, después haga usted las consideraciones morales o éticas que quiera.
¿No quiere hacer ninguna?
Sólo diría que la gran distorsión de nuestro tiempo es haber puesto la tecnología al servicio de unos pocos y, por tanto, de la desigualdad. El freno a nuestro crecimiento armónico como especie radica en ese error. Y creo que los científicos somos responsables.
La conciencia
¿De qué?Debemos lograr que la ciencia no sea una mera competición para nuestro estímulo intelectual: hay que ponerla al servicio de los que más la necesitan. Lluís Amiguet.
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