Como algunos habrán visto, en la semana del Portal 777, me dirigí a Noruega. Hacía tiempo tenía planificado viajar allí pero esta fue la única vez que tuve la oportunidad de acercarme a aquellas tierras... y claramente pude lograrlo pues era el momento de ir a cerrar un ciclo.
Para el que no ha prestado atención a todas las cosas que he hecho, cabe mencionar que mi vida actual es una vida de plena conciencia de que tan sólo es un fragmento de mi verdadera Vida, y que en la misma, estoy culminando tareas comenzadas vidas atrás y que no he podido cerrar.
Algunos podrían llamar a esto karma, yo más bien lo interpreto como tareas abiertas que gracias a la experiencia de las vidas, puedo seguir perfeccionando para mí y para los demás.
MI VIAJE
Ir a Noruega, tenía que ver para mí en dicho Portal de este año de Acción, 2014, con cerrar un ciclo de una vida en la que alrededor del año 1200 nací en Stavanger.
La historia es muy larga, y algún día la contaré, pero deseo centrarme en el mensaje que pude comprender de mi propio camino de existencia en los últimos 900 años.
GIRAR LA LLAVE DEL VATICANO
En aquél entonces, el fin de la era Vikinga me hizo buscar nuevas corrientes de pensamiento, que abrieron un mundo nuevo llamado el Cristianismo. Transformado en Monje, me dediqué a buscar las formas en que la Humanidad pudiera ser salvada de la perdición de este mundo, y para resumir, uní el mensaje de mis ancestros, en las Runas, para entregárselas al Papa de aquél momento en la ciudad de Florencia, Italia, como símbolo de apertura del mundo, llevando el mensaje de Cristo a la Humanidad.
Al llegar a Italia, enseguida oí hablar sobre un tal Francisco de Assisi, al cual no conocí, pero del cual decidí seguir sus pasos. Esto mismo me llevó a viajar a Jerusalem, donde reaccioné al ver que el Cristianismo no era más que una versión moderna de los Vikingos, y frustrado, morí, seguramente de tuberculosis.
Más allá de la Tarea Planetaria, volver a Roma a entregar las Runas al nuevo Papa Francisco, fue un cierre para mí de 900 años, y volver a Noruega para recibir la energía del Portal, era en mí honrar en su tierra a Sigurd, quien una vez fui, diciéndole que el círculo estaba cerrado.
Sentado bajo los árboles que custodian los muros del que una vez fue el Monasterio donde pasé parte de aquella vida, reflexioné en silencio durante dos días sobre lo que aquella vida representaba para mí hoy... y pude comprender que Sigurd más allá de buscar nuevos aires, nuevas ideas, no hacía más que buscar la Salvación de su propia alma, escapando de una realidad horrorosa que le rodeaba.
EL MENSAJE DEL FUTURO
Me vi así, ahora, en el Presente, reconociéndome el Futuro de aquel que una vez fui, consciente de muchas cosas que antes no comprendía, y que el Tiempo, la Experiencia y la Reconexión que la Tierra hoy me ofrecía, hacían que pueda informarle a Sigurd, que ya no era necesario correr, escapar, que ahora comprendía para qué y por qué lo hacía.
El Mensaje que le entregué a mi pasado, es que no hay Salvación, pues no hay nada de qué ser salvados.
Muchas veces en este mundo, nos sentimos abandonados, olvidados por la Divinidad, pero esta perspectiva la poseemos sólo por el hecho de no poder reconocernos parte de la misma. Cuando comenzamos a comprender que la Divinidad está en el interior, que somos cocreadores, que Dios está afuera y dentro de cada ser, célula y átomo, comenzamos a aprender que no hay a dónde ir, pues siempre has estado donde debías estar, pues en el interior está el origen de todo, y la desconexión y el desamparo del mismo, no son más que la triste realidad de que nos hemos olvidado de nosotros mismos, nos hemos abandonado y desperanzado de nuestra propia realidad y ser.
En el objetivo universal de aprender y experimentar, creamos tantas facetas y rostros diferentes, que creemos poder abarcarlo todo, y sin embargo, luego nos damos cuenta de que la contemplación se convierte en confusión, en desesperación, agobio, y olvidamos que dichos rostros, no son más que los propios, y allí, en la batalla de reconocernos, nos desamparamos y abandonamos, esperando la Salvación... pero nos hemos confundido y enredado tanto en nuestros propios nudos, que culpamos a las formas, y las condenamos, creyendo que nos atan al mundo, y esas voces que nos hablan desde otras dimensiones, empiezan a resonar como ecos confusos, que nos asustan y aturden, cuando sólo nos quieren guiar hacia la salida.
La Salvación, pues, es de nosotros mismos, y hemos creado monstruos en el exterior, para desresponsabilizarnos del deber de reconocer que nosotros nos hemos puesto allí y que sólo nosotros en el interior sabremos cómo salir.
Nos doblegamos y desdoblamos miles de veces, sin entender el propósito por estar atentos a la sensación de que cuanto más abarco, más me pierdo. Y critico en vano a mis espejos, pues me veo incapaz de aceptar que yo los creé, entonces los ignoro y quiero eliminarlos, con el fin de escapar, de volver al Origen, donde el Todo era Gloria.
El rencor, el miedo, el odio a lo que existe, la búsqueda incesante y ególatra de querer salvarse y escapar volviendo a lo Divino, no es más que comparable simplemente con el hecho de una madre abandonando a su hijo.
Somos la Divinidad, y lo que existe, es nuestra creación, es nuestro Hijo, y vivirlo, es gozar de su aprendizaje, de verlo aprender a balbucear, babear, gatear, caminar, reir, tratar de hablar, decir sus primeras palabras, reconocerse al espejo, decir YO por primera vez, y crecer hacia lo alto... Pero, crecer y aprender lleva tiempo, prueba y error, aceptación y amor incondicional a pesar del agotamiento y los cuestionamientos que su experiencia conlleve.
LA PREGUNTA ES...
¿No se horrorizan al ver a madres de este mundo maltratar a sus hijos, abandonarlos como objetos? ¿No se horrorizan al ver a niños sufrir la irresponsabilidad de los adultos en las guerras del hogar y las guerras de las naciones?
¿Por qué si al horrorizarnos de dichos hechos, no podemos ver que la búsqueda incesante y egoísta de escaparnos de este mundo, de la salvación de esta creación absurda, de odiarlo y criticarlo, de buscar la forma más rápida de salirse de él, es exactamente abandonar, ignorar y maltratar nuestra propia creación?
Lo que existe, existe por nuestra voluntad, porque desde el Origen decidimos crearlo para gozar de aprender de la gloria de su transformación... Negarlo, uhir, es semejante a una madre abandonando a sus hijos, negarlos, tirarlos y tratar de sobrevivir egoístamente a
No hay de qué salvarse Sigurd, no hay a dónde correr. El Divino siempre ha estado aquí, pues es y somos cada uno de nosotros, somos sus espejos creando tantas realidades que nos olvidamos de cual era la única.
Sigurd me había enseñado el servicio, el estar dispuesto al Propósito como un padre que cuida de sus hijos, pero había estado siempre buscando la forma de salvarse. Y hoy podía yo decirle que la única salvación era gozando de la creación.
Hoy he unido en mí la decisión de estar al Servicio mediante el Gozo, y realizo mi andar reconociendo que la creación, sea oscura o lumínica, no es más que una extensión de mí, aceptando que cada ser en su libertad cocrea una parte de la Verdad.
Volver al Origen no tiene sentido si no lo hacemos con la responsabilidad de haber reconocido que la existencia y el orden son nuestra creación, y que los seres en todos los planos, no son más que compañeros que están allí colaborando en la trascendencia del todo.
Para qué hacemos todo esto? me pregunto siempre y me respondo: para la evolución del ser universal mediante la experiencia y la integración. Y para quién lo hacemos? Me respondo: para el Ser que soy y conformo con los demás.
Cada paso que damos no nos lleva hacia el Origen, nos lleva hacia la Trascendencia, hacia un lugar nuevo y diferente de reconocimiento al cual sólo podemos llegar respetando y amando la creación, que es propia.
Pero todo esto, lo sabremos cuando reconozcamos profundamente nuestro Servicio. No estamos para servir a un Plan, ni a un Dios ni a un sistema, estamos para Servir a la Trascendencia del que Soy en Uno con el Todo. Mi pieza es fundamental, reconocerla y actuar desde cada uno, es formar el gran puzle, rompecabezas, que nos hace Ser. Centrarnos en lo que a cada uno nos toca, es completar el circuito.
El objetivo no es escapar!
El objetivo no es retroceder a donde Iniciamos todo, el objetivo no es negar lo que somos apagándolo para desaparecer en la Nada. No hay objetivo ni cárcel, sino reconocimiento de la creación e integración de la misma.
Lo que hacemos vida tras vida, es vivir la Gran Vida, no es una rueda de karma, es simplemente la vida del alma, que va más allá de los cuerpos. Nunca están atrapados más que en sus propias incapacidades de reconocer que ustedes mismos crearon su realidad. No nos abandonemos en creencias individualistas que nos llevan a buscar la salvación, pues ésta no existe.
La libertad está en observarse y saber que más allá de los cuerpos y personalidades, ustedes SON y pueden transformarse. El Libre Albedrío existe en el sentido de que podemos elegir las maneras y velocidades de nuestra experiencia.
HOY
Después de tanto tiempo sigo viendo a mi alrededor miles y millones de personas buscando la salvación, mediante la religión, mediante la economía, la filosofía o tecnología, incluso en la Nueva Era, la espiritualidad libre del ser, allí, incluso en mis talleres de Ater Tumti, las personas me preguntaban cómo hacer para elevarse y volver al Origen.
El propósito es Ser y Estar, Aquí y Ahora, reconociendo que Soy Todo y que en mí convergen los tres Tiempos y los Tres Cuerpos de la Creación. Somos todos agentes de la transformación, y cada uno tiene una verdad única que nos ayuda a completar la evolució, de la misma forma que cada célula en su cuerpo sabe qué rol cumple en el todo que conforma.
Y cuando se olvida de su propósito, el cuerpo completo se enferma.
Me recuerdo a mí mismo y a todos, que éste es un tiempo de Servicio planetario, en que las células deben actuar para el bienestar y evolución de todo el organismo, y para lograrlo debemos arriesgar, transformarnos y salir de la comodidad de la creencia, para actuar.
El miedo es la clave que nos hace buscar la salvación, el tener miedo a una realidad, hace que las células y nuestro cuerpo busquen la supervivencia, la cual nos lleva a nuestra parte más animal, al origen de la especie, a no tener conciencia. El miedo es la emoción más antigua que nos ayudó a sobrevivir en la oscuridad de la galaxia, pero fuimos dotados de muchas emociones, y cada una de ellas ligada a un potencial.
Estas emociones no son negativas, su expresión irracional que nos impide crecer y evolucionar no es más que la incapacidad de poder aplicar y expresar nuestros potenciales. Nuestros potenciales están en el Corazón, el impulso del Servicio, que late en las palmas de nuestras manos, en el Dar y el Recibir, y si lo sabemos hacer correctamente, si desde el amor nos lanzamos al servicio del Todo, de su evolución, poniendo nuestro granito de arena en este gran puzle, las emociones se convertirán en la enegía que da impulso a la acción del potencial puesto al servicio de la cocreación.
Ahora yo mismo podía comprender mis propias emociones. Mi incapacidad de gestionarlas en mi vida, es la misma incapacidad que poseo en gestionar mis potenciales hacia un propósito en concreto, lo cual me hace uhír, espacar, buscando esa salvación de la cual hace más de 900 años vengo buscando.
En mis talleres, vuelvo a hablar del servicio, de animarnos a dar el salto a estar dispuestos a cambiar por el simple hecho de avanzar... sin embargo aún puedo ver a mi alrededor a tanta gente buscando la salvación, que no pueden hacer más que criticar a otros o incesantemente buscar las formas de escapar del sistema, buscando sanaciones, liberaciones kármicas, maestros, lo cual nos ayuda, pero no hace más que seguir alejándonos de la responsabilidad de nuestra propia creación.
Y ahí en el mundo está el reflejo constante que nos grita a la Humanidad entera. Como digo en los talleres, la Tierra es un cuerpo vivo con órganos semejante al cuerpo humano, y el plexo superior, justo en la parte inferior del Esternón de la Tierra, yace Medio Oriente. Siempre digo que el Plexo, dicho punto, es en nuestro cuerpo el centro de los vínculos, es el puente entre lo material y lo sutil, que conecta el hacer con el sentir, con disponerse al servicio. Pero cuanto más destruyamos ese puente escapándonos de la cocreación constante del Espíritu aquí y ahora, el plexo, los vínculos, se corrompen y enferman, y la negación de los mismos se convierte en simplemente una imposibilidad de gestionar nuestras emociones temiendo un daño personal en los lazos que nos hacen crecer y experimentar.
Como de la familia o de una pareja, tratamos de aparentar superados o fríbolos buscando la serenidad del ser, cuando en la mayoría de las veces, la verdad es que un miedo inconsciente nos invade tratando de sobrevivir a convivir, a realizar en Unión en este mundoq ue hemos creado. Y allí en ese centro, Israel y Palestina nos lo recuerdan una y otra vez.
Esa es una batalla que debe librarse adentro, y en la cual nadie debe morir, ni siquiera el ego, pues la única forma de trascenderlo, es creando el puente y reconociendo la Unidad.
He aquí la clave de la Salvación que no es...: Estar al Servicio del Ser desde el Amor Incondicional, poniendo nuestros potenciales en equilibrio al de los demás, formando el equipo que en realidad somos.
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