sábado, 26 de marzo de 2016

DESDE LA LUZ, HACIA LA LUZ- EL RECORRIDO DE UN ALMA-- POR JUAN JOSE LOPEZ MARTINEZ

Desde la Luz, Hacia la Luz. El recorrido de un Alma

el recorrido de un almaDesde la Luz, hacia la Luz. El recorrido de un Alma desde antes de nacer hasta que abandona este mundo.
Sin necesidad de hacer relajación, sin precisar hacer ejercicio de hiperventilación y sin aplicación de hipnosis, los seres humanos somos capaces de entrar en regresión, de forma espontánea, al utilizar la capacidad natural que tenemos de estar en estado expandido, no ordinario o alterado de conciencia, esto se logra a través de nuestras propias emociones y sensaciones.
La terapia regresiva es tan antigua como la humanidad y con ella podemos encontrar respuestas a las preguntas que, desde nuestros orígenes, los seres humanos siempre venimos haciéndonos: ¿de dónde venimos? ¿qué hacemos aquí y para qué estamos aquí? y ¿vamos a alguna parte cuando nos morimos?
A lo largo de los últimos catorce años,como terapeuta regresivo,he podido observar, experimentar y a veces comprobar, que las respuestas a estas preguntas están en el alma de todos y cada uno de nosotros.
Lo poco que sé, sobre el proceso y “aventuras” del alma, se lo debo a mis pacientes que, a través de sus experiencias en regresión, me han ido transmitiendo el conocimiento, y gracias a ello voy a intentar resumir en este artículo lo que sería la experiencia del alma desde que sale de su mundo de luz hasta que vuelve a él y además, voy a escribirlo como si de un cuento se tratara, así que…

El recorrido del Alma de la luz… a la luz.

Había una vez un alma que se encontraba en un lugar para cuya descripción la mente humana se siente imposibilitada ya que no contempla, en su interior, las palabras adecuadas que puedan describir, con exactitud, este lugar en donde está el alma; no obstante, se sabe que en ese lugar predomina la luz y el alma lo identifica como su casa y además, allí siente una paz y un amor tan intensos que el ser humano jamás ha llegado a sentir ni experimentar.
Pero lo menos entendible para nuestra mente es que, en ese lugar donde está el alma, no existe el tiempo, no hay tiempo, no hay espacio y no hay límites ya que allí, todo es ahora.
Durante su estancia en ese lugar, en el que hay muchísimas almas, el alma de nuestra historia suele permanecer en contacto con otras almas a las que reconoce como componentes de un grupo al que identifica como propio, debido a que están en el mismo nivel evolutivo, lo que se caracteriza por estar en una frecuencia vibratoria similar y tener la luz de igual color ya que, dependiendo del nivel de evolución, cada alma se distingue por un color y una vibración; la mayoría tienen su luz de color blanco, pero las hay también de color azul, amarillo, verde, violeta, dorado, etc.
Antes de partir de la luz
La de nuestra historia, todavía es de color blanco y en compañía de las que forman su grupo, recibe consejos e indicaciones de almas de mayor nivel evolutivo, a las que identifica como guías o maestros y no echa en saco roto lo que le enseñan, porque sabe que le sirve de ayuda para su evolución como ser espiritual.
Por lo que, a pesar de lo bien que se encuentra en donde ahora está, lo que más desea es seguir creciendo en su evolución y ella sabe, porque ya lo ha hecho otras veces, que para eso necesita encarnar y, como es decisión suya, haciendo uso de su libre albedrío lo hace saber a sus guías y maestros y estos le animan a que lo haga.
Son numerosas las opciones de que dispone para volver a encarnar ya que son muchos los planetas y galaxias en los que podría hacerlo, unos más evolucionados y otros menos, pero decide hacerlo en la tierra ya que últimamente lo ha venido haciendo aquí y prefiere seguir completando su aprendizaje en este planeta.
Siguiendo en el uso de su libre albedrío, determina cual es la misión que viene a realizar en esta encarnación, qué es lo que tiene que aprender y qué es lo que viene a dar o enseñar en esta nueva experiencia en la tierra y además, tiene también en cuenta todas las cargas emocionales pertenecientes a sus encarnaciones en cuerpos anteriores que aún tiene sin resolver en esta ocasión.
La llegada al vientre materno
Pues bien, con todo esto a cuestas, el alma de nuestra historia elige a la mujer que quiere que sea su madre y en cuyo vientre se va a desarrollar el cuerpo físico que ella necesita para vivir su experiencia en la tierra; una vez hecha la elección, entra en el vientre materno de esa mujer y nada más llegar, se conecta con las células a partir de las cuales se va a formar su cuerpo físico, transmitiéndoles la energía que necesitan para hacer su cometido.
Aunque es un ser diferente a su mamá lo cierto es que, durante su estancia en el vientre materno, identifica como propias todas las sensaciones y emociones que siente mamá, lo que le hace aumentar su carga emocional de forma errónea, aunque también vive momentos muy bonitos, como la sensación de bienestar que le transmite el poder estar flotando, la sensación de felicidad que le transmite mamá cuando está feliz y contenta, la sensación de seguridad que siente cuando mamá se acaricia el abdomen y la sensación de amor que siente cuando mamá le dice te queremos, estamos muy felices esperando tu llegada.
El nacimiento
Al nacer ya está en el cuerpo físico, que es el vehículo que va a utilizar para llevar a cabo el propósito que ha venido a realizar en esta encarnación pero, como todo conductor nuevo, va a necesitar un tiempo para, aprender a utilizar y llegar a controlar su cuerpo, y así poder obtener su máximo rendimiento.
De entrada, el consciente de su cuerpo no le funciona en los primeros años, motivo por el cual, cuando es adulto, no es capaz de recordar como fue su nacimiento y mucho menos como lo pasó durante su estancia en el vientre de mamá.
Durante las primeras etapas en su nuevo cuerpo, el alma sigue en contacto con los seres que están en la luz y no se han encarnado, con los que habla, ya que como aún no maneja el cuerpo físico, no le es posible comunicar con los seres encarnados que le rodean; en esta etapa, en la que está durante los seis primeros años de vida, recuerda y tiene presente tanto el lugar de donde viene como la misión que viene a realizar.
En esta situación comienza a pronunciar sus primeras palabras y a veces, comenta con toda naturalidad, sus conversaciones con sus amigos de la luz, otras veces describe el mundo de luz de donde viene y descubre como, ante estos comentarios, los seres encarnados que le rodean, sobretodo sus papás, reaccionan de forma extraña demostrando no recordar nada por lo que, en numerosas ocasiones, decide no volver a contar lo que está viendo y experimentando.
Aproximadamente sobre los seis años el consciente del cuerpo empieza a activarse comenzando por una intensa labor de aprendizaje a través de las enseñanzas que le van llegando procedentes de los seres que encarnaron antes y ahora le cuidan, le protegen y guían en su recién iniciado caminar en esta encarnación.
El alma de nuestra historia pronto se da cuenta de su imposibilidad para comunicar con una parte del cerebro de su cuerpo físico, especialmente con la parte izquierda que solo presta atención a las enseñanzas que le vienen de fuera, que se desarrolla con mucha intensidad y que solo está aprendiendo a medir, pesar, analizar y desconoce la misión que el alma ha venido a realizar en este planeta.
Pero la parte derecha del cerebro es diferente, es intuitiva, es creativa y, aunque está menos desarrollada que la izquierda, al alma de nuestra historia, le es suficiente para depositar en ella la conciencia de la misión que ha venido a llevar en esta encarnación en la tierra así como los objetivos que necesita cumplir para, cuando llegue el momento de dejar el cuerpo, haber logrado crecer un poco más en su evolución como ser espiritual.
Y así, atrapada en un cuerpo físico, que está regido por el hemisferio izquierdo del cerebro, inmerso en una constante actividad analítica y razonamiento lógico hacia toda información que le llega a través de sus sentidos físicos , empieza a vivir su experiencia en la tierra, comenzando a descubrir las emociones.
El contacto con el mundo de las emociones
En el mundo de luz, donde ella estaba, predominaba la paz y el amor pero aquí también hay otras emociones como el miedo, la tristeza, la angustia, la impotencia y casi un sinfín de sensaciones que, seguramente formen parte de la experiencia que ha venido a vivir en este cuerpo, o bien sean pertenecientes a disturbios emocionales no resueltos sucedidos en experiencias anteriores pero que, para el alma, aún están presentes y ante situaciones análogas a las acontecidas en el pasado, se vuelven a reactivar, somatizándolas a nivel del cuerpo físico.
Durante su estancia en el cuerpo, el alma va evolucionando poniendo todo su afán en poder realizar la misión que se propuso hacer cuando tomó la decisión de volver a encarnar, haciéndole llegar la conciencia de su propósito para esta encarnación.
Hay almas encarnadas que logran, en un momento dado, llegar al hemisferio izquierdo, lo que hace cambiar a ese ser humano ya que, a partir de este momento, ve la realidad de otra manera y se da cuenta que muchas cosas no son como se las habían contado, replanteándose todas las conclusiones que ha venido acumulando con el paso de los años que son el producto y resultado de todas las enseñanzas recibidas, para mirar a su alrededor, sin limitaciones en su mente y en el convencimiento de que todo es posible.
El alma de nuestra historia lo ha conseguido y ya no se siente atrapada en el cuerpo, gracias a la comprensión existente, encuentra gran facilidad para llevar a cabo todo lo que ha venido a realizar en esta experiencia como ser humano, y así lo hace hasta que le llega el momento de pasar por la experiencia de la muerte o lo que seria lo mismo, vivir el último acto de vida en ese cuerpo físico, para poderse desprender y volver a la luz.
La muerte
Al llegar ante la experiencia de la muerte, el ser humano empieza a darse cuenta de su dualidad, comprobando que está compuesto por alma y cuerpo y tomando conciencia de que en realidad, el cuerpo que ha sido su vehículo para desenvolverse por la tierra, es lo único que se muere siendo a partir de este momento, cuando comprende que es un ser inmortal.
En esa fase, empieza a entrar en contacto con seres, habitualmente de su familia, que fallecieron antes que él e incluso, algunas veces, los vuelve a ver, y reconoce con sorpresa y alegría, a los que eran sus amigos invisibles cuando era un niño, pero todo esto ha cambiado hasta tal punto que son ahora sus padres, fallecidos hace años, quienes están esperándole para ayudarlo en la transición y acompañarlo de vuelta a la luz.
Pero al ser humano, en los días que dura el proceso de su muerte, le gustaría transmitir a alguien la realidad que está viviendo para que de este modo los que aún permanecemos encarnados, nos demos cuenta de que la muerte no existe como nos la han contado, que es simplemente una transición a otro estado en el que al habernos liberado del cuerpo físico, podemos volver a la luz, donde nos están esperando.
Pero, al igual que cuando era niño, se da cuenta que tampoco puede contarlo porque siente que le pueden tomar por loco o pueden pensar de él que tiene alucinaciones además, hace unos días escuchó como los médicos que le atienden le decían a sus familiares, pensando que el dormía, “a partir de ahora es posible que diga que ve familiares fallecidos, no se preocupen, esto pasa con frecuencia, pero son alucinaciones premonitorias de la muerte”.
El alma ve como muere el cuerpo, y aunque lo está viendo desde fuera, no se desconecta de él hasta que no cesan totalmente sus funciones vitales y llegado este momento es, cuando el alma de nuestra historia, guiada por sus padres, está en el camino de vuelta a la luz donde al llegar se encuentra con los miembros del grupo al que ahora va a pertenecer a tenor de la evolución que, como ser espiritual ha experimentado.
¿Cómo podemos experimentar esto?
En estos tiempos que ahora vivimos, por suerte, son cada vez más las almas encarnadas que vamos logrando contactar con el hemisferio izquierdo de nuestro cuerpo, consiguiendo que nuestro consciente sin dejar de mirar a la ciencia empiece a observar la evidencia de experiencias que, como en terapia regresiva, es capaz de hacer el ser humano, de forma espontánea, agarrándose a esa emoción o sensación que está somatizando en su cuerpo físico y que ha sido diagnosticada de origen psicosomático.
Los seres humanos utilizando la capacidad natural que tenemos de entrar en estado expandido de conciencia, somos capaces de seguir el hilo conductor de una emoción hasta llegar a su origen, el cual podemos encontrarlo en el período desde los siete años al momento actual, o en los períodos perinatal o nacimiento, el prenatal o vientre materno, el periodo transpersonal o vida pasada y el periodo de estancia en la luz también llamado espacio entre vidas.
Con la terapia regresiva, durante los últimos catorce años, he podido observar que somos seres espirituales con libre albedrío, y decidimos encarnar eligiendo la misión que queremos realizar y la familia con la que queremos estar.
También me he dado cuenta que la concepción no es cosa de dos, si no de tres, ya que es necesario un hombre pero son imprescindibles la mujer y el ser que viene a encarnar; una mujer embarazada es el conjunto de dos seres independientes bajo la influencia de un solo ambiente emocional, regido por las emociones de mamá, lo que erróneamente nos hace asumir como nuestras, cuando estamos en el vientre materno, perdurando en nosotros.
He podido observar, que estamos vivos antes de entrar en el vientre materno aunque no es lo mismo un feto que un bebé, como tampoco es lo mismo un bebé que un niño, o un niño que un adulto, o un adulto que un anciano, pero tienen algo en común y es que todos son el mismo ser vivo, en las distintas etapas de su encarnación.
Beneficios de la terapia regresiva
El primer beneficio que podemos obtener con esta terapia es perder el miedo a la muerte, observando que no es como nos la han contado y esto lo descubrimos cuando, en regresión, revivimos experiencias en vidas pasadas, aunque sería mejor llamarlas experiencias en cuerpos pasados porque, como supongo ya se han dado cuenta a estas alturas, somos seres inmortales y solamente tenemos una vida, lo que pasa es que, de vez en cuando, cambiamos de cuerpo físico para seguir aprendiendo y evolucionando.
Cuando revivimos experiencias de vidas pasadas, es muy importante que no acabemos la sesión sin haber revivido la experiencia de la muerte en esa vida ya que, además de darnos cuenta que solo consiste en la pérdida del cuerpo físico, podemos descubrir los pensamientos, emociones y sensaciones que hemos tenido en esos momentos finales antes de abandonar el cuerpo físico y que como disturbios emocionales, no resueltos, nos llevamos en el alma siendo los que, ante situaciones análogas y en las siguientes encarnaciones, somatizamos en los nuevos cuerpos.
Por eso es muy importante que en regresión permanezcamos siempre en estado consciente, para que así todas las sensaciones y emociones sin resolver contenidas en el alma podamos traerlas a nuestro consciente, a nivel físico, emocional y mental, pudiendo lograr sanarlas.
Soy consciente que en este artículo sobre terapia regresiva, por falta de espacio, no está todo lo que se puede decir sobre ella, por eso he intentado resumir lo que es un recorrido de un alma desde la luz a la luz pero, como es fácil de deducir, en cada paso y en cada milímetro de ese recorrido hay connotaciones y circunstancias que hacen diferente cada experiencia, como sería la experiencia del alma en el suicidio, la experiencia del alma en el aborto o la experiencia del alma en el contacto con otras almas, como ha quedado reflejado en las diferentes experiencias de mis pacientes expuestas en el contenido de mi libro “la respuesta está en el alma”.
Doy gracias a Dios, al universo o a la energía suprema, que cada uno lo llame como quiera, por haber puesto en mi vida esta terapia ya que con su práctica estoy observando, a través del ser humano, que la vida empieza antes de nacer y no termina en la muerte y esto es porque, en realidad, somos seres espirituales viviendo experiencias en cuerpos físicos.
Juan José López Martínez

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