miércoles, 20 de febrero de 2013

Esquizofrenia y autismo en los niños . Por Matias Destefano

Esquizofrenia y Autismo


Para ser conciso, voy a tomar cada una de estas temáticas como puntos diferentes a tratar.
En la sociedad, estas dos ramas de la alteración de la personalidad, son catalogadas como Enfermedades o Males sociales incluso desde un primer nivel, cuando comienzan a llamarse: Síndrome de Déficit Atencional, el diagnóstico de moda por parte de muchos profesionales. Este síndrome hoy está en la boca hasta incluso de los más chicos, que lo tienen como algo normal, ya que muchas de las maestras o psicopedagogas, al no entender la verdadera realidad de estos niños y jóvenes, ponen el diagnóstico más semejante a lo que estos chicos representan: “no prestan atención en clase, no son constantes, no traen los deberes, hablan con los amigos en lugar de escuchar a la maestra, se distraen con la primer mosca que pasa por al lado, no les gusta estudiar y molestan mucho en clase y a veces molestan a los que realmente están prestando atención…” lo que al parecer estas maestras no saben, es que en el día de la fecha, cualquier chico que preste atención en clase, es el que realmente está enfermo.


Si comenzamos a catalogar a los chicos con ADD, o como le digan ahora, tendríamos como resultado tras hacer una encuesta que de cada 10 chicos que están en edad escolar, 9 tienen ADD. Y peor aún, de esos 9 chicos 5 puede que tengan problemas de adaptación al entorno, de los cuales 1 de esos 5 tenga problemas de hipoactividad con tendencia autista, y otro de esos 5 tenga hiperactividad acelerada hasta el punto de tener delirios psicóticos, es decir, esquizoides. Es decir, que si hacemos un promedio para argentina de 10 millones de jóvenes, la mitad de ellos, es decir, 5 millones, tienen problemas de adaptación al entorno social y pueden ser desde ya catalogados como ADD con tendencias Autistas y Esquizoides.
¿Alarmante? Yo creo que aún hay muchos más… El problema está en que los profesionales ven el problema en el chico, no en el sistema, y el sistema dice: “con unas cuantas pastillas esto se arregla”. El problema aún mayor, es que muchos ni siquiera tienen acceso a estos tratamientos médicos, y peor aún: de esos 5 millones de niños y jóvenes en edad escolar, 20 chicos en toda la Argentina deben estar siendo realmente tratados como se merecen, es decir: controlando lo que realmente les sucede.
Entremos en detalle:
Esquizofrenia: ésta nace como un Déficit Atencional, debido a que el cerebro capta más de una realidad y se ve capaz de analizarlas, hasta el momento que el análisis de las mismas sobrepasa la capacidad de la persona. En este caso, la mente sufre una alteración de conciencia que produce lo que se conoce como “delirios persecutorios”, ya que los primeros planos captados sus densos y oscuros y producen confusión y temores. El otro paso es la sobrecarga de información, que vuelve a la persona muy paranoica, en torno a conspiraciones, sintiendo que ya no es dueño ni de su propia mente, ya que muchos pueden leerla. El conocimiento sobre la existencia de otra realidad por una razón x que no es entendida pues nadie puede explicarlo desde el plano socio-educativo, lleva a la desesperación que puede transformarse en agresividad y paranoia persecutoria, incluso, por la desesperación, llegar al suicidio o el asesinato. Se convierte en enfermedad en el momento en que el cerebro no logra procesar y las neuronas fallan, se alteran y comienzan a crear nuevas imágenes que intentan interpretar lo percibido.
Esta tendencia es muy natural en los niños y jóvenes Índigo, ya que su alteración por el mundo, puede acabar en la alteración de su propio mundo.
La manera de ayudarlos son varias, y siempre es posible salir de la esquizofrenia, al menos hasta antes de cumplir los 21 años. La clave para lograrlo es: AYUDARLOS A ORGANIZAR Y COMANDAR SU PROPIO MUNDO APLICÁNDOLO AL “REAL”.
Autismo: esta inclinación es muy factible que suceda en los niños y jóvenes Cristal, ya que se sienten mucho más afectados por el mundo exterior agresivo que los índigo, y muchas veces frustrados por no ser comprendidos en su manera de irradiar amor. Por eso se vuelven introvertidos, se cubren el rostro o se mantienen en silencio, como ocultándose de la multitud.
La agresividad social hace que muchos de los nuevos niños encarnando se sientan así, y que se retrotraigan a su interior escapando de los males externos. El autismo, no es una enfermedad ni una tendencia amorfa de la conciencia humana, una desvirtuación de la conciencia social, sino que se genera debido a los miedos que infunde la conciencia social. El temor a lo externo, a lo no conocido, a eso que vinimos a cambiar y que parece imposible, hace que ellos se vuelquen hacia adentro diciendo: “¡no quiero saber nada más de esto, me arrepiento de haber nacido y no quiero tener nada que ver con esos primates!”, esta determinación puede ser vista como si estos niños fuesen cobardes, pero no lo son: imagínense ustedes mudándose a otro país totalmente diferente, en el que no hablan su lengua ni trabajan ni viven como en sus países de origen, y se mudaron porque tenían que ayudarles a esas personas a trabajar de otra manera y amorosamente, ya no tecnológicamente. Desde ya, los van a echar de su país, y desde ya, el no poder comunicarse con su lenguaje, es un impedimento muy grande, y es por esta razón por la que muchos deciden volverse a sus países de origen. Pero en nuestro caso, eso significaría morir, o suicidarse, y es una salida muy nefasta y oscura, por la que, interiorizarse, es más óptimo.
Esta desconexión no debe ser tratada como una enfermedad, sino simplemente como una no adaptación. ¿Cómo los ayudamos? Mostrándoles cómo utilizar positivamente todo lo que tengan en su mundo interior para aplicarlo al mundo exterior. Trabajar mucho en espacios abiertos pero con contención, permitiéndoles tener contacto con animales y plantas, con tal de que descubran el mundo tocando. Háblenle sobre los problemas adultos y cómo podemos solucionarlos, preguntándole a ellos cómo los solucionarían.
Hay muchas formas de ayuda, pero depende mucho de cada persona y de la intuición de quienes lo rodean, pero sobre todo depende del bienestar de los padres y las personas que tienen contacto directo con él/ella.
Tomemos conciencia entonces, de que estas dos, no son enfermedades ni males sociales, sino simplemente disociaciones de una misma realidad que aún no logra ser interpretada, y que solo debe ser organizada para el mejor fluir de nuestras vidas.


-- Por Matias Destefano

2 comentarios:

  1. Hola Matías, soy Paula Serena, gracias por escribir esto. Mi hija Emma tiene casi 10 años, es mi gran maestra la luz de mi vida. Ella nos mostró que nosotros somos (eramos) autistas. Día a día intentamos estar a su altura. Quisiera poder acompañarla aún más. A veces siento que sufre ya que al no tener pares que la comprendan creo que se siente sola, aunque me afecta más a mí que a ella. Sólo con su prima hermana tiene reales momentos de contacto y amistad. No esta escolarizada, fue un antes y un después en nuestra vida y en la de ella hacernos cargo 100% de su crianza (lo que llaman educación). Lee, escribe, aprende como loca, compone, canta, toca el piano. Quiero saber en que más y cómo puedo ayudarla. Te consulto por favor, y desde ya te agradezco mucho, que herramientas sugerís para que yo y el padre podamos vibrar más alto y acompañarla aún más. Muchas gracias Matías.

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  2. paulaserenafiol@gmail.com, agradezco tu respuesta.

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